Oye, oh Jehová, una causa justa; está atento a mi clamor. Escucha mi oración hecha de labios sin engaño. De tu presencia proceda mi vindicación; vean tus ojos la rectitud. Tú has probado mi corazón, me has visitado de noche; me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste; he resuelto que mi boca no haga transgresión. En cuanto a las obras humanas, por la palabra de tus labios yo me he guardado de las sendas de los violentos.
(Salmo 17: 1-4 ) (RVA)
La vida de un cristiano debe procurar ser intachable y transparente en todos los aspectos y entornos donde se mueva, David podía decir de sí mismo: Dios me ha visto siempre y no ha encontrado en mí ningún camino de maldad. Esto no quiere decir que David no haya cometido pecado, claro que pecó. Lo que tenemos que ver aquí es la actitud del corazón.
La biblia dice “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado. Al corazón contrito y humillado no desprecias tú, oh Dios.” (RVA 2015).
Dios siempre va a ver nuestro corazón, Él lo conoce, no le podemos engañar, por eso necesitamos tener corazones sinceros, humildes, dispuestos a la exhortación del Señor. Dios no puede obrar en corazones endurecidos.
David afirmaba con toda confianza: “Me has visitado de noche; me has puesto a prueba, y nada inicuo hallaste.” A esta condición es a la que debe llegar todo creyente, a la condición en que no haya iniquidad en nuestro corazón, que podamos pasar la prueba.
David dice: “he resuelto que mi boca no haga transgresión”. Viene a mi memoria lo que dijo Daniel “Pero Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la ración de la comida del rey”. Dios quiere que seamos personas de determinación. Podemos determinar vivir una vida consagrada para Dios, una vida para agradarle a Él, apartados de este mundo perverso.