En verdad juró Jehová a David, y no se retractará de ello: De tu descendencia pondré sobre tu trono. Si tus hijos guardaren mi pacto, y mi testimonio que yo les enseñaré, sus hijos también se sentarán sobre tu trono para siempre.
(Sal. 132:11-12)
Dios quiere y anhela poder bendecir a nuestras generaciones, a nuestra descendencia, para ello se requiere que nosotros seamos diligentes en levantar a nuestros hijos en el temor de Dios, enseñándoles la palabra.
“Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.
(Deuteronomio 6:1-2)
Es nuestra tarea, en primer lugar, conocerle, tener una comunión intima con el Señor, que seamos apasionados por su presencia.
En segundo lugar, instruir a nuestros hijos en el temor a Dios y Su palabra. La clave para ver generación tras generación rendida a Dios es enseñarles la Palabra de Dios, mostrarles el camino a seguir.
Nuestra diligencia para instruir a nuestros hijos en la palabra hará que ellos conozcan a Dios y servirá de modelo para que también ellos lo hagan con sus generaciones.